El mejor hacer, sí, trabajo también
Gonzalo González despliega todo su arte en TEA
‘Estar aquí es todo’, hasta el 20 de octubre de 2019
Celestino Celso Hernández
Gonzalo González despliega todo su arte en TEA
‘Estar aquí es todo’, hasta el 20 de octubre de 2019
Celestino Celso Hernández
Asistí a la inauguración de la
exposición de Gonzalo González, ‘Estar
aquí es todo’, en el Espacio Tenerife de las Artes TEA, el jueves 20 de
junio, con una noche particularmente llamativa, en el tránsito de la primavera
al verano. Casualmente, cuando ya nos retirábamos, junto al arquitecto y
fotógrafo Carlos A. Schwartz, nos llamó la atención el cielo, a lo que Carlos
optó por fotografiarlo, enmarcado por el perfil arquitectónico del patio de
acceso al TEA. Hoy, al ver la foto de Carlos, me dio la sensación que las nubes
se habían conjurado, para simular una de las composiciones de paisajes de
cielos y nubes, que nos ha ofrecido Gonzalo. Acudí a la exposición, como digo, con
una doble intención, disfrutar de la que preveía excelente muestra de arte, y
también con el propósito de felicitar a su protagonista, merecedor como pocos
de una exposición de este nivel. Ambas cuestiones pude cumplirlas, ampliando la
felicitación también a las compañeras de viaje, más cercanas y de mayor apoyo,
de Gonzalo, su mujer y sus hijas. Y luego me sentí yo también feliz, por el
artista, por el amigo, y por disfrutar de un monumental despliegue del mejor
hacer en el arte, sí, mas también de un gran despliegue de trabajo.
En este punto vine a recordar una
situación de la que fui también partícipe, hace ahora más de tres décadas,
mediados los años 80. Sucedió en Madrid, y en aquella ocasión el protagonista
fue otro grande del arte, Manuel Rivera (Granada, 1927 – Madrid, 1995),
protagonista del Grupo ‘El Paso’, junto
con dos de nuestros más grandes artistas del siglo XX, Manolo Millares y Martín
Chirino. Iniciaba yo, por aquellas fechas, estudios de postgrado, sobre la
trayectoria de Maribel Nazco y de la escultopintura, y también la incursión en
la crítica de arte. Tuve el atrevimiento, ahora me parece así, de solicitar una
entrevista a quien ya, por esas fechas, era un artista consagrado. Siendo yo
alguien que comenzaba, Manuel Rivera, atendió a recibirme, cuestión que siempre
he recordado y agradecido. Me ha servido también para comprobar cómo son los
más grandes, y me ha llegado a suceder con otros grandes, como José Saramago,
suelen ser los que más atención te prestan. Sin embargo, los “medianos”, en su
empecinamiento de llegar a grandes, suelen mostrarse más esquivos, y más
dificultades te ponen para mantener una sencilla conversación.
Volviendo al punto, en el que
habíamos dejado el comienzo de este comentario, sobre la exposición de Gonzalo
González, en TEA, en la que podemos contemplar y disfrutar de un gran hacer,
mas también de un gran despliegue de trabajo, el aprendizaje que obtuve de
Manuel Rivera, en Madrid, va en ese mismo sentido. Me comentó que cada día
subía a su estudio, que tenía en la planta alta de su vivienda, y que lo primero
que hacía, al llegar a su estudio, era encender un cigarrillo. Que durante el
tiempo que transcurría, mientras fumaba su cigarrillo, situado frente a la mesa
de trabajo, en la que siempre tenía preparada una lámina de papel y un lápiz,
iba sopesando la situación a ver cómo se presentaba el día. Si antes de
consumir su cigarrillo las circunstancias apuntaban en buena dirección de
trabajo, allí se quedaba ya las horas que fueran necesarias, o pudiera
soportar. Y, si al acabar de fumar su cigarrillo, no habían surgido esas
circunstancias favorables, entonces dejaba el papel y el lápiz, para emprender
camino de la calle y darse una vuelta por el Retiro, mientras dejaba que
fluyeran sus ideas y pensamientos. El día que sucediera de ese modo, no habría
avanzado, literalmente hablando, en la producción de su obra, pero la clave
estaba, me señaló expresamente, en que, aun siendo autónomo y por tanto su
propio jefe, cada día subía a su estudio, dispuesto a trabajar, y de hecho así
lo hacía, aunque no fuese directamente sentado en su mesa, con el lápiz y ante
el papel.
La exposición de Gonzalo González, ‘Estar aquí es todo’, es un auténtico
ejemplo, un gran regalo. Un gran ejemplo, en el que deben mirarse todos cuantos
se ven tentados a tirar la toalla, porque las cosas no salen como preveían, o
porque las dificultades que se les van presentando, incluso ajenas a sus
voluntades, parecieran hacerles imposible el seguir adelante con sus obras.
Gonzalo González, a estas alturas de su trayectoria, tiene poco que
demostrarnos, en un escenario del arte como el de Canarias, pues ya nos ha
demostrado estar en lo más alto. Sin embargo, aquí tenemos nuevamente su mejor
hacer y un gran despliegue de trabajo, un enorme regalo. Por eso mismo,
pensamos que los profesores debieran dirigir hasta TEA a sus alumnos, casi que
como tarea no optativa, de bellas artes y de cualquiera de las artes plásticas,
que para todos ofrece Gonzalo en su exposición, desde la pintura, en la que ha
desarrollado la mayor parte de su producción artística, sobre todo hasta los
últimos tiempos, y también dibujos, esculturas, tanto fundidas en bronce como
trabajadas en madera, fotografías y objetos, “bricolaje y objetos rescatados
del olvido”, en expresiones de Ramiro Carrillo, Comisario de la muestra.
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