sábado, 19 de noviembre de 2011

Alejandro Tosco. Explorando la naturaleza


Foto, JL Camejo

Explorando





La naturaleza, devoción pictórica de Alejandro Tosco







Celestino Celso Hernández
Profesor titular de Historia del Arte en la Escuela de Arte Fernando Estévez y Director de la Fundación Cristino de Vera,


En una tierra en la que la naturaleza tiene tanto que ofrecer difícil sería que no fuese aprovechada por los creadores, que en ella han nacido o en ella tienen su residencia y su trabajo. Así ha sucedido en el caso de los artistas plásticos de estas islas, a lo largo del pasado siglo veinte, e incluso en parte del anterior siglo diecinueve, aprovechando de algún modo las puertas que los impresionistas franceses habían abierto en ese último siglo, trasladando sus caballetes a la propia naturaleza, y recogiendo en vivo las múltiples variaciones que les ofrecían la cambiante luz del sol, junto con las sombras que aportaba el paso de las nubes. A partir de entonces, los artistas, también los nuestros, han continuado con su acercamiento a la naturaleza y el estudio de la misma, desde múltiples perspectivas y planteamientos.
A nosotros nos agrada remontarnos hasta los paisajistas ingleses del siglo diecinueve, ya que pocos o ninguno mejor que ellos han prestado su mirada a la naturaleza, para legarnos creaciones pictóricas inolvidables. Cómo no recordar, hablando de este tema, la figura estelar de William Turner, y no tener presente en nuestra memoria sus estudios innovadores de la atmósfera, de los efectos del humo ennegrecido de un vapor sobre el fondo azul y blanquecino del cielo. Y cómo no recordar, entre los impresionistas franceses, las profundas indagaciones del final de su carrera, que realizó Claude Monet, tomando como objeto de estudio unos sencillos estanques y los delicados nenúfares, que flotaban sobre las mansas aguas. Muchas veces se suele oír el comentario de que después de lo realizado por estos maestros, qué más se puede hacer. Sin embargo, el espíritu inquieto de tantos artistas nos muestra, una y otra vez, que siempre hay algo nuevo que hacer, e incluso que aportar, también en nuestro propio ámbito territorial de Canarias. Alejandro Tosco, el protagonista en la presente ocasión, nos ayuda con sus declaraciones a situar lo que venimos comentando sobre el paisaje, y sobre quiénes le han prestado su atención en el arte canario. Habla Alejandro de su interés por el paisaje en general y no sólo el canario, y habla también de la inevitable influencia que ejerce el paisaje que habita, y de lo  que le aportan algunos de sus paisanos artistas más destacados: “Influye bastante el entorno marino y natural y, por supuesto, nuestros grandes pintores que también tenían referencias a la naturaleza y al paisaje como César Manrique, Manolo Millares o Juan Ismael”.
Entre nosotros cómo podríamos dejar en el tintero a César Manrique, que hizo de su estudio del paisaje de las islas, particularmente de su propia isla de Lanzarote, no sólo motivo destacado de muchas de sus composiciones, sino que incluso se identificó con el territorio, de tal modo que en la defensa de la naturaleza fue un adelantado. Se vanagloriaba incluso de haber sido el primero que utilizó, en estas islas, el término ecología. César defendía la naturaleza, pero sin olvidar en ningún momento su condición de artista, de creador plástico y también medioambiental, y por tanto una persona que intervenía en el paisaje

Mientras tanto, los creadores plásticos de Canarias han seguido acercándose a la naturaleza, confirmando también la máxima de que cada vez que una nueva mirada se detenga ante cualquier detalle, habrá oportunidad de que tengamos un nuevo resultado, una nueva obra. Es el caso de Alejandro Tosco (Santa Cruz de Tenerife, 1974) quien, para no dejar duda alguna al respecto, ha confesado públicamente su interés, su pasión por la naturaleza, y su apuesta decidida y defensa de la misma. Tosco ha afirmado que “para mí, arte y naturaleza son lo mismo”. Como muestra de este posicionamiento está la exposición de Alejandro, este mismo año 2009, titulada Paisajes, y mostrada en el exconvento de Santo Domingo de La Laguna, y también la exposición que tituló Materia viva, y mostró en la sala del Corte Inglés, en la que el tema protagonista correspondió a uno de nuestros moluscos marinos más apreciados y degustados, la lapa. El pintor aclara que dedicó su exposición “a las cuatro especies de lapas que tenemos en Canarias, que están en peligro de extinción, sobre todo la lapa majorera”.
La tradición artística a Alejandro Tosco le viene de dentro, del propio seno familiar, y es bueno recordarlo, pues no todos los días se tienen los antecedentes familiares que él puede mostrar, entre los que se incluyen Álvaro Fariña y Oscar Domínguez, además de su propia madre. Nos llama también la atención que, antes de que Alejandro optara por dedicarse a las artes plásticas, había elegido los estudios de náutica, emparentándole también, en este aspecto curricular, con otro de los grandes artistas canarios contemporáneos, Cristino de Vera, quien tuvo antes la vocación de marino que la de pintor.
Coincido, en fin, con algunos comentarios que se han dedicado a Alejandro Tosco, como los que han señalado “su personal mirada de los paisajes insulares”, “caracterizadas por un enfoque aéreo, una visión a vuelo de pájaro en que exprime variedad de técnicas y texturas, la fuerza del color, su pasión por el volumen y la crítica irónica, a nivel conceptual, hacia una sociedad como la canaria”. Alejandro nos aclara que se asiste de múltiples materias para sus composiciones, como el óleo, el acrílico, la acuarela, así como el recurso de la técnica mixta y el collage. No coincido, sin embargo, cuando se afirma que los cielos imaginarios, las panorámicas de salinas, de volcanes y de malpaíses se deban traducir plásticamente como obra abstracta. Más bien considero que Alejandro Tosco, en la línea de las intensas miradas llevadas a cabo por varios de los grandes artistas, como los citados en este mismo texto, va más allá en la manera en cómo mira el paisaje, se acerca más adentro de la naturaleza, se fija en los detalles que suelen pasarnos desapercibidos. No olvidemos que la naturaleza que podamos contemplar, en un momento dado a través de un microscopio, por hacer una referencia de una toma de muy primer plano, también corresponde a la realidad, está ahí tal y como la vemos, sólo que aumentada, y habitualmente ajena a nuestra mirada.


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